Friday, 24 April 2009
Friday, 3 April 2009
Polaroids Rock!
Florian Kaps
¿Qué se puede esperar de una fotografía digital?
TODO – No hay límites. Poco importa que aún te estés resistiendo o que ya lo admitas de buen grado ( al final no tiene la menor importancia): tú, como consumidor digital.
LO QUIERES TODO, LO CONSIGUES TODO. Más auténtico que los colores de la vida, más nítido que las fotos más nítidas, más barato que cualquier descarga, simplemente mejor que las auténticas fotos. Aunque hicieras miles.
¿Qué cabe esperar de una Polaroid?
NADA – Nunca has esperado nada. Desde la primera vez que tocaste la cámara, los colores se desataron en cada disparo. El precio es un escándalo y con la llegada de la era digital ya no queda ni la más mínima razón para no tirar la Polaroid al cubo de basura más próximo. Sobre todo ahora que la empresa ha anunciado el fin oficial de la producción de todas sus películas.
¿Qué cabe esperar de este texto?
NADA – Porque está escrito por un aburrido biólogo de Viena que trata desesperadamente de encontrar palabras con las que evitar que pases la página.
TODO – Porque en ocasiones el mundo es tuyo si tienes el valor de abrir tus sentidos a lo inesperado, a lo insólito. De echar un segundo vistazo a cosas que a primera vista parecen desagradables.
¡Las polaroids son lo más! Sin atracción olfativa, sin poder tocar o acariciar la foto, no hay amor. Tampoco si nos limitamos a la mirada. No, las polaroids necesitan todos nuestros sentidos. Calienta la foto recién nacida bajo el brazo. Huélela, tócala, rásgala, golpéala, agítala, ámala. Que su alma química se haga con el control de la acción. Le afecta la temperatura, la edad del material, el tiempo. A veces que hasta tus propias expectativas pueden influir en el revelado de cada polaroid. ¿No crees que es posible perderse en impredecibles reacciones químicas provocadas por el propio momento?
Sumérgete en la polaroids. La única forma de sentirlas es perderse en ellas. Obsérvalas mientras se revelan en la palma de tu mano. Descubre como aparecen de repente los contornos. Como se disuelven lentamente unos colores en otros. Disparar tu Polaroid es como escribir este texto con palabras que de repente revelan su propio carácter. Las miras fijamente y ves como desarrollan súbitamente su propia intensidad, inhalando y respirando la situación, fundiendo la creatividad en una capa fina.
Las polaroids cuentan historias tan intensas e íntimas que desatan la sensación de estar allí (de nuevo) entre las personas y el fotógrafo que las contemplan. Casualmente, y de forma impredecible, es muy habitual que sean como recuerdos de un sueño que nunca tuvimos, confusamente reales y, al mismo tiempo, inquietantemente perturbadoras.
Las polaroids son sexys. Pero sobre todo, seductoras, enigmáticas y estimulantemente sensuales. Son las auténticas pioneras de la fotografía erótica privada: una intuición insinuante, bien protegida, sin retrasos ni molestas complicaciones técnicas. Un secreto, una puerta visual, en parte casi exhibicionista, que se abre a las ocultas estancias del yo, que permanecen así abiertas.
Las polaroids son originales, tan únicas como los cuadros. Este rasgo las diferencia de todos los demás artilugios fotográficos. Las vuelve también sinceras, incorruptibles y auténticas.
Te lo puedes creer o no. Pero ahora se ha despertado tu curiosidad, estás deseando tocar una auténtica polaroid, ansioso por mirar cientos de fotos instantáneas, de inhalarlas, de sentir su espíritu. Explorar sus secretos y revelar su alma. Y aquí están: únicas, toscas, sensibles y sin pulir. Te enfurecerán, te excitarán, te volverán loco o quizá te atemoricen. Pero permanecerán en tu memoria. No esperes menos de ellas.